Desde que somos pequeños hemos escuchado sobre roles en el sexo. Culturalmente, hemos aprendido que el hombre es quien tiene la responsabilidad de tener iniciativa sexual. Y, en esa misma línea, las mujeres son las que deben hacerse las difíciles para que los hombres las conquisten y, luego, las guíen en los encuentros sexuales. ¿Te sientes identificad@ con los roles descritos anteriormente?
A fin de cuentas, estos roles en el sexo reflejan lo que socialmente ha sido atribuido a hombres y mujeres. De hecho, han sido traspasados de generación en generación, manteniendo una concepción retrógrada y errada sobre el sexo y las relaciones. Esta forma de ver el sexo tiene relación con el sexo biológico y el género, entendiéndolo como un conjunto de características, actitudes y comportamientos que definen ser hombre y mujer.
En este post profundizaremos sobre los roles en el sexo, qué son y cómo han evolucionado en el tiempo.

¿Qué son los roles en el sexo?
El rol sexual es la forma en externamente revelamos nuestra identidad sexual. Es la manera en que nos comportamos, ya sea como hombre o mujeres, frente a la gente que nos rodea. Si bien hay quienes pueden tener un rol sexual auténtico, generalmente este viene dado por lo que nos han enseñado nuestros padres o lo que culturalmente vemos.
Esos roles y atributos sociales ya los conocemos: los hombres son proveedores, son fuertes y valientes. Mientras que a las mujeres les toca ser lindas y sumisas, dependientes de los hombres. Pues bien, en ese mismo sentido, desde esta visión a los hombres les corresponde un rol activo y la iniciativa en el sexo, la responsabilidad de que ocurra, de que sea bueno. En tanto, a las mujeres les toca esperar, recibir y ser complacientes. Y no olvidemos que, además, esto ocurre solo en la intimidad, un tema complicado para aprender y compartir experiencias.
¿No crees que entre los roles sociales y los roles sexuales de género se crea un círculo de mutua dependencia? A su vez no hay la suficiente libertad ni para hombres ni para mujeres para vivir plenamente, experimentando placer y expresándose abiertamente sobre lo que desean, en todos los sentidos: en sus relaciones, en sus emociones, en cómo quisieran vestirse, incluso; ¡en todo!
El principio del cambio: rechazo de las mujeres a los roles en el sexo tradicionales
Afortunadamente, a finales de los 90, a través de la conciencia y cultura creada por investigaciones como las llevadas a cabo por la doctora Marcela Lagarde y de contenido más popular como el de Sex and the City, el tabú que involucraba hablar de sexo iba disminuyendo. Las dos rutas, formal e informal, empezaban a demostrar que la sexualidad no debía ser un tabú, ni en temas de conversación, ni en experiencias. Utilizar juguetes sexuales, por ejemplo, ya no se trataba solo de algo obsceno, sino sano.
Lo que comenzó como un rechazo a los roles tradicionales impuestos a los hombres y mujeres, se convirtió en una filosofía que se ha comprobado a través de muchas investigaciones similares a la de Marcela Lagarde. Y reforzado en algunos rincones de lo que comparte la cultura popular: que no existen como tal los roles en el sexo, sino atracciones, preferencias o prácticas sexuales, así como de identidad. Y aunque aún hay mucho por recorrer en esa ruta, este ha sido un gran paso.
El cambio se vio primero de manera evidente en las mujeres, reconociendo que no tienen que parecer pasivas o inexpertas, y que pueden (¡y quieren!) disfrutar de su sexualidad. Las mujeres pueden demostrar deseo sexual que se base en la proactividad sexual, y que eso no modifica en absoluto su feminidad. No es un asunto de roles, sino de libertad y experiencia humana.

¿Y cómo afectan los roles en el sexo a los hombres?
Con el género opuesto ocurre algo similar. La eliminación de estereotipos en torno a roles ha significado también una lucha contra la perspectiva que asume que ciertas prácticas cuestionan la masculinidad. Por ejemplo, la falta de hipersexualidad constante, el no llevar el liderazgo durante el sexo o el gusto por prácticas sexuales como la estimulación de próstata o incluso la penetración.
¿Quién no quisiera tener la libertad, sin presiones, de encontrar lo que le provoca placer y procurarlo? Y es que, a decir verdad, siempre y cuando haya consentimiento de por medio y no lastimemos a nadie, ¡no hay ninguna razón para pensar en que algo tan bueno como lo es el placer pueda ser algo negativo!
Si bien es cierto que hay grandes pasos en esa dirección, de forma general y aún más especialmente en Latinoamérica, socialmente hay muchas presiones para cumplir con un rol estipulado.
Por ejemplo, de forma estereotípica, se piensa en el sexo como equivalente a coito: el hombre es activo, penetrando a la mujer. Pero al pensar en términos de placer, ¡solo el 18.4% de las mujeres llega al orgasmo a través de la penetración! Y hay evidencia también de que, a pesar de la imagen común de ellos, a los hombres también les gustan las prácticas no penetrativas como los juegos previos.
¿Cómo eliminar estos estigmas en el sexo?
¿Pero cómo nos deshacemos de las limitantes que nos imponen los estigmas en el sexo (o que nos imponemos con ellos)? Aquí proponemos como idea la respuesta más simple: ¡eliminando los estereotipos de género!
Reconozcamos que los genitales con los que hayamos nacido no determinan quién ni cómo tenemos que ser. No existen prácticas exclusivamente femeninas, como tampoco las hay exclusivamente masculinas. Y no dejemos de lado el hecho de que, en esa libertad de ser elegir sin depender de nuestro sexo biológico, cabe también (y existe) el espacio para quienes no se identifican con el género normalmente atribuido a su sexo, o incluso con ninguno de los dos. Pero, independientemente de cómo te sientas respecto a esa idea, lo importante es que tengamos claridad de que lo que buscamos y merecemos tod@s es placer, seguridad y comodidad con quienes somos y lo que nos gusta. Permitirnos experimentar plenamente aquello que nuestro cuerpo es capaz de experimentar.
Atrévete y explora. Las únicas reglas son las siguientes:
- El objetivo es el placer
- No hay límites para explorar, especialmente en uno mismo
- La única condición es el consentimiento
- La comunicación es clave: expresa lo que te gusta, y escucha a tu pareja al compartir
¡Y qué hombres, mujeres y personas no binarias todas disfrutemos! En Hablemos SexTech te acompañamos en ese disfute.